lunes, 30 de diciembre de 2013

El rumor del oleaje, Yukio Mishima

 El libro le hace más que justicia a la fama de belleza que lo precede. Yo, habiendo leído ya La perla y otros cuentos y Después del banquete, me temía un poco las altas expectativas que tenía al comenzar El rumor del oleaje. Me asombró gratamente que no quedaran decepcionadas.

La historia de Shinji y Hatsue es un canto a la inocencia, que de alguna manera -como las ondas en el agua cuando se arroja una piedra- se extiende hacia las mejores cualidades del ser humano y resuena en el lector. Los encuentros entre los amantes son fugaces, casi accidentales y los diálogos les hacen eco en su carácter mínimo y sorprendentemente ajenos al tema amoroso. En lugar de ello la trama se presenta, por una parte, en los gestos de los personajes (o más bien, en la represión de los mismos), y por otra, en las imágenes que utiliza Mishima para ilustrar las impresiones del joven Shinji con respecto a Hasue.

Por supuesto el mar es parte vital del libro y sirve tanto de atmósfera como de metáfora, y parece ir de la mano con los sentimientos que experimenta Shinji: unas veces se inquieta, otras se vuelve sereno y canta, otras se encoleriza. La frase que le da título al libro se repite en dos o tres momentos claves de la historia.

El rumor del oleaje es también una novela sobre relaciones humanas. En una isla pequeña y de limitados recursos, los lazos estrechos y la capacidad de confiar en el otro son imprescindibles para la supervivencia. Encuentro que en el libro hay cierta tendencia al romanticismo: incluso los personajes en los que se puede leer cierta mezquindad o abierta maldad, consiguen redimir sus acciones o quedan olvidados de un modo un tanto inexplicable. En todo caso es un mal menor y los gestos del fácil perdón no hacen sino acompañar armoniosamente el tema central.

La narrativa de Mishima tiene una precisión exquisita: las descripciones no se alargan y hay pocas justificaciones en las acciones de los personajes, sin embargo el libro está colmado de gestos y silencios que consiguen el efecto de un profundo diálogo. De vez en cuando, entre estas líneas minimalistas se cuelan las imágenes poéticas que creo que le dan fama al texto. Me alegra haber leído acompañada de un mapa; el aspecto geográfico es bastante importante en lo que es, sin más palabras, un libro realmente hermoso.

lunes, 23 de diciembre de 2013

A las palabras

A las palabras se les puede pronunciar, escuchar, buscar, esperar.

En vilo, en vano.

Hay quien las invoca, incluso quien sufre el accidente de encontrarlas a pesar de la arena, las cuevas, el tiempo, la falta de memoria, otros escondites menos evidentes.

Que a eso se le llame fortuna es otro asunto.

Las palabras son su propio cuerpo cósmico, tienen su espacio y su tiempo.

¿Nacen, las palabras? ¿Quiénes son las parteras? ¿Quién la madre que las aúlla?

A ellas, indómitas, no se les puede obligar, es un ejercicio insensato: sería como querer deshojar una piedra o pretender desnudar a una sombra.

No es verdad que nos llegan, porque desconocen los caminos: no son viajeras, no entienden de puertos ni destinos.

Las palabras no pertenecen al hombre, sólo algunos hombres pertenecen a la palabra.

viernes, 13 de diciembre de 2013

Los árboles de Eugenio Montejo

Tengo unos celos atroces de Montejo. Le sobran sol y semillas, tiene el corazón rebosante de agua y tierra fértil. El árbol frondoso que es su poesía es un árbol de fuego más parecido al ave fénix  que a cualquier cosa arraigada en la tierra. Yo en cambio no tengo sino un cactus. Y este cactus a su vez no puede sino ser él y fabricar más bien espinas, del mismo modo que el cerezo no puede evitar ser lo que es y no se le puede decir: no florezcas.

Una que otra vez, una imagen afortunada me visita -un milagro, un oasis por decir lo menos- y me quedo contenta con eso, me es suficiente, al menos por un tiempo. Mis poemas tienen muchos remiendos, les quito, les pongo y nunca me convencen del todo, porque siempre encuentro que les falta cierre, fuerza y sobre todo, ritmo.

Por eso tengo celos de Montejo. Tiene una canción suave que le va maravillosamente a sus pájaros, sus árboles, su destiempo, sus fragmentos, sus memorias. Uno lee imágenes y uno camina con los zapatos de Eugenio, que a veces van con piedras, pero siempre van cantando. Y eso me asombra. Cuento las palabras y busco rimas escondidas. A veces las encuentro y pienso: "Ah, sólo si..." ¿Pero con qué objeto? La imitación sería deshonesta y en todo caso nada de lo suyo aplica a mí: él allá, amo de sus versos y yo aquí, sola con mis celos.

martes, 10 de diciembre de 2013

No. 95

no me hallo sino en la soledad

hora imposible augusta

de los silencios

hay un algo

transparente cercano despierto

que me separa

me instala en estas palabras

hay un misterio largo

casi domesticado

en esto de la noche

sábado, 7 de diciembre de 2013

He aquí Palau

"The Palau Diaries" es un blog que comencé hace alrededor de un año, con la idea de dejar notas sobre lo que es vivir aquí, cómo es el estilo de vida, qué puede esperar el recién llegado, a dónde puede ir. Luego de larguísimas consideraciones entre hacerlo público o no, me he decidido por lo primero. Así que les dejo el link (el blog está en inglés). Espero actualizarlo una o dos veces por semana y a los que quieran seguirlo, los invito cordialmente. Ustedes que también escriben blogs saben lo difícil que es promocionarlos. El empujoncito del comienzo se les agradece mucho!

The Palau Diaries

miércoles, 4 de diciembre de 2013

1984, George Orwell

El tema de este libro me remitió directamente a memorias de mis lecturas de Aldous Huxley y el problema moral del hombre como individuo en contraste con el hombre como parte de la maquinaria social. El protagonista y su impulso natural a cubrir las necesidades internas más básicas se enfrentan al poder omnipresente de Big Brother y el Ingsoc que le guarda con extremo celo.

La narración de Orwell es muy dinámica y la tensión comienza desde la primera página, extendiéndose hasta la última línea del libro. La libertad es un instinto tan primitivo en el ser humano que sin mayor esfuerzo el mismo miedo que plaga cada paso del personaje principal y la rebelión que lo impulsa a actuar se transmiten al lector, convirtiéndolo en complice de los pequeños escapes y las momentáneas burlas al sistema. Muy fácilmente me encontré soñando sobre el futuro con Winston Smith, recordando y sintiendo nostalgia con él sobre el pasado, como si de pronto yo también hubiera perdido la vida que me es conocida y que está aquí mismo, al cerrar el libro. El carácter precioso que adquieren ciertos objetos más bien ordinarios, símbolos de el estilo de vida desaparecido, queda bien comprendido. La desconfianza al colega-vecino-padre-hermano-amante-prójimo y el consiguiente sentimiento de soledad que despierta en Smith, hacen de 1984 una historia que resuena y se alimenta del temor innato del lector.

Las últimas páginas son una verdadera tortura; uno está esperando un triunfo individual que página tras página tras página no termina de llegar. La comida se quema, los niños lloran, el teléfono suena y uno no puede dejar de leer. ¿Es la esperanza también un instinto?

Sufrí mucho con este libro (creo que llegué a comerme las uñas) y confieso que me dejó más desasosiego que optimismo sobre la raza humana y la vida en general. El peso del ojo vigilante de Big Brother se me quedó en los hombros y anduve cabizbaja por unos días. Con todo y eso, considero que la novela es no sólo recomendable, sino obligatoria (por lo menos a modo de cultura general). Por mi parte puede que de masoquista hasta le dé otra lectura algún día.

viernes, 29 de noviembre de 2013

jueves, 28 de noviembre de 2013

Ha llovido

Ha llovido durante casi dos meses seguidos, ahora sí estamos preocupados. Mi mujer reza a menudo, pero desde que no hay electricidad se ha guardado las velas para la noche. Es detallista mi mujer, la semana pasada se puso -y me puso- a sacar de las gavetas más bajas fotos, cartas, cuadernos viejos de los hijos, ese tipo de cosas, y ahora están en la mesa con los zapatos y lo demás. El agua ya nos llega a las pantorrillas.

Los primeros días nadie se alarmó, nadie comenzó a marcar el comienzo de nada, era un día húmedo, es todo. La lluvia era muy fina, casi invisible y se podía lidiar con ella como de costumbre, o sea con paraguas, periódico o indiferencia. Pensionados en la casa mi mujer y yo ni siquiera nos dimos cuenta. Nos inundó entonces la primera tormenta.

-Pedro, que te lo dije y no arreglaste la goma.

La lluvia se estaba metiendo por la ventana y chorreaba por la pared, un lagrimón enorme y sin sentido de vergüenza. En el piso se empezó a formar un charco. Mi mujer se puso -y me puse- de rodillas a secar el piso. Es cuidadosa ella, hace estas cosas sin salpicar a nadie, mucho menos a sí misma; es cuidadosa pero está cansada e ignora que la observo.

Al día siguiente el cielo estaba azul, había sol pero aún llovía, nadie podía explicárselo sin nubes en el horizonte. Había un arco iris, dos, siete, veinticuatro, ya luego me aburrí de contar pero era una maravilla no ver a mi mujer asustada, con aquellos ojos que cuando se hunden se hacen más negros y me hacen pensar que el infierno está detrás de la próxima puerta abierta. Estaba hermosa mi mujer, no pensaba en los pies mojados del universo y era feliz así.

Volvieron las nubes. Ha caído la lluvia en torrentes o en una neblina casi invisible y no ha escampado desde septiembre. Es difícil agarrar calor, no tener dolor en los huesos, no pensar en el mito de una vejez plácida. El mundo se empapa, algunos tienen miedo y claman a Dios, otros maldicen pero a su modo es también un tipo de fe. Mi mujer cuida la casa, espera a los hijos que están lejos, se ocupa del orden con unos ojos más negros que nunca. Tendría que abrazarla y acompañarla en sus rezos, pero de momento no puedo separarme del abismo de la ventana.

*

Este es mi ejercicio del mes para el blog Adictos a la Escritura. El tema: Yo. La idea es escribir un cuento en primera persona pero usando la voz del sexo opuesto.

jueves, 21 de noviembre de 2013

Agua, Perro, Caballo, Cabeza, Gonçalo M. Tavares

Tanto el fondo como la forma son una novedad para mí —nunca he leído nada en un estilo remotamente parecido— y me alegra haberme acercado al libro con ingenuidad. He resistido documentarme e irle a poner un marco a la obra, llamarla anti-anti-post-modernista (le dejo los nombres a los académicos) o alguna cuestión así (ahora existe el anti-anti-arte, me enteré hace poco). Me he resistido a indagar en la vida de Tavares y explicarme lo del tema de la muerte con algún trauma infantil. He querido leer el libro desnudo, sin otra interpretación que la de mi propio instinto.

Bien, la muerte. Está pisándonos los talones, asomándose sobre nuestro hombro, lo tengamos presente o no. La vida es miseria; ésta no es lectura para temperamentos sensibles. Tavares lo deja bien claro y sin adornos a lo largo de este conjunto de cuentos (o fragmentos o fragmentos de cuentos, en eso todavía no me he decidido).

Una línea, un momento, un gesto mínimo en una historia aparece mencionada como una casualidad en otra y esta dinámica le da al grupo la unidad de un panal, cada insecto a lo suyo, tal vez rozando las alas de vez en cuando sin pedir disculpas y luego la muerte. Nótese que no existe espacio suficiente en las historias o personajes lo bastante desarrollados como para usar la metáfora de una ciudad o al menos las ventanas de un edificio, a pesar del aire urbano del texto. Tal vez el efecto se debe a la economía de palabras —llevada aquí al extremo en el "lirismo seco" de la prosa de Tavares, como lo pone la editorial— o a la ausencia absoluta de justificaciones, introspecciones, introducciones, transiciones, cierres.

El tema del presente se nos ofrece como en el trayecto de un tren que alterna túneles y exteriores a un ritmo determinado: sólo experimentamos el cuento en la inmediatez de una imagen concreta, a menudo punzante, y que pasa ante nuestros ojos a una velocidad en la que es difícil recurrir al prejuicio. Hay entonces un brevísimo momento para darle sentido (a veces sin lograrlo) y acto seguido aparece la próxima imagen, el próximo cuento, hasta que se logra construir un todo más bien imperfecto (cualquier parecido con la vida es pura coincidencia). No hay un punto de partida o un punto de llegada; sin embargo al final de la lectura queda la vaga sensación de haber hecho un viaje.

Mi impresión es difusa pero positiva. Tengo una esfinge en mi biblioteca —con todo lo que tiene de monstruosa— y qué cosa, necesito conversar con ella a pesar del riesgo de ser devorada. Agua, perro, caballo, cabeza me pareció bastante desconcertante, en el mejor de los sentidos. En el libro he encontrado una cajita de Pandora que en lugar de darme respuestas, me ha dejado preguntas y de alguna manera lo que hay de irresuelto en mí, en mi mundo y mi percepción de él, encuentra un recordatorio en estas líneas. Más allá de la literatura, ¿cómo se enfrenta uno a estos asuntos?

lunes, 18 de noviembre de 2013

Presente perfecto

Hablo de las horas que se nos desmayan sobre el escritorio o llueven sobre sobre nuestras cabezas preocupadas (la cena lista, el banco cerrado, el clima está horrible). Hay horas que nos pasan por encima y las que están por llegar, esas que esperamos, las de allá, sólo pueden hacerlo a costillas de estas otras, las de acá, más cercanas, inconmensurablemente más cercanas, con las que aún no creamos lazos amorosos, imposibles de aflojar. Son horas que nos viven con silencio, con sal y a veces hasta con piedad: horas de las que no siempre merecemos el luto.

viernes, 15 de noviembre de 2013

La muerte de la polilla y otros ensayos, Virginia Woolf


 El libro como tal no parece tener una división formal, digamos por tema o en orden cronológico, pero cándidamente me atrevería a dividir estos venitiséis ensayos en tres grupos.

En el primero están los textos que demuestran el cultivo de la lectura por Woolf, y cuyo tema principal es la vida y obra de diferentes autores: Henry James, Shelley, Coleridge y otros. Con toda honestidad, como desconozco los trabajos y biografías de los personajes mencionados, no logré sacar mayor cosa de estos ensayos, excepto un par de notas sobre el género de la novela y una que otra anécdota curiosa por aquí y por allá.

Luego está el segundo grupo, en el que Woolf expresa ideas sobre literatura. Me gustan porque son un buen punto de partida para la comparación y el desarrollo de ideas propias sobre los temas (más de una vez me encontré asintiendo, completando o protestando frente a alguna afirmación). Craftmanship resalta como una deliciosa disertación sobre el límite de la palabra.

En el tercer grupo están mis ensayos favoritos; los temas son variados y van desde la muerte de una polilla, hasta ideas sobre la paz, pasando por teatro, arte, antigüedades, feminismo o simples observaciones sobre un paseo. Son situaciones e ideas con las que es fácil identificarse y los textos tienen la prosa hermosa e impecable de esta escritora.

Street Haunting me dejó una impresión particular porque aquí Virginia Woolf se detiene a narrar el encanto que tiene entrar en una librería de segunda mano, las posibilidades que representa cada libro en el estante, el romanticismo que produce abrir un libro con el que alguien ya ha imaginado antes...

Toda persona que ama la lectura debe ser capaz de absorber completamente la atmósfera del texto.

Después de esto último, ¿qué más puedo decir?

miércoles, 13 de noviembre de 2013

Si volviera

a mi tierra y quisiera comprar cien de pan ya no podría. La moneda ni siquiera existe; tendría que usar otra. ¿Y qué se pide, cuál es la pregunta nueva? ¿Se compra por kilo? ¿Por unidad, diez, doce panes? ¿Una bolsa mediana, pequeña? Ya ni mis manos son las mismas y no sirven para las medidas.

En el mostrador habría talvez un hombre más bien cansado y al no reconocerme se le ocurriría el resentimiento: extranjera, miedosa que a estas alturas de la vida todavía se asusta de la sangre.

¿Habría perdido el instinto, este lugar es seguro, este otro no? La soledad oscura de la Costanera estaría cambiada por una hilera de casas; habría luces que solamente pueden asustar a los fantasmas y algarabía de niños que no miran al rostro que pasa.

Habrían cambiado las leyes y la etiqueta y la moral, como la última vez: a improvisar chaqueta, camisa, manta y cubrirse los hombros antes de entrar al hospital, mientras en su cama la hermana muere a tiempo, sin pase de salida o sello oficial, desnuda de hombros y razones, y más que todo eso, sola.

Si volviera a mi país tendría miedo de las calles y las calles, obstinadas, nada me dirían. Si volviera y quisiera comprar pan, ya no podría.

domingo, 10 de noviembre de 2013

martes, 5 de noviembre de 2013

Baila, Baila, Baila -Haruki Murakami

 Es oficial. Me reconcilio con Murakami. Después de haber leído "El elefante desaparece", perdí todo interés por este autor a pesar de las buena reseñas y la controversia. Ahora bien, Dana de El cuaderno azul dejó una entrada deliciosa en su blog hace algunos meses y de ahí decidí darle una segunda visita.

El protagonista tiene un sueño sobre su ex-amante Kiki y decide regresar al pequeño hotel donde pasaron algún tiempo juntos. La muerte y lo sobrenatural se mezclan lentamente en la historia de un hombre que no sabe a dónde va y no tiene en realidad mucho que perder.

¿Será por vivir en una isla pequeña? Leer "Baila, Baila, Baila" me ha dejado una nostalgia intensa por la vida en la ciudad, el asfalto, las luces. He disfrutado mucho el andar del protagonista (creo que nunca mencionó su nombre), su ir y venir por las esquinas, parques y vecindarios de Tokio. Y están por supuesto, todas las referencias a la música que va dejando Murakami y le dan atmósfera a ciertas escenas (lo de Boy George me dio mucha risa, ya que estamos en el tema).

Los personajes son absolutamente dispares pero están bien construidos y el hilo que los une es convincente (puntos adicionales a Murakami por hacer de este hilo un asunto surreal sin nombre). La adolescente Yuki y su conflicto interno tienen gran fuerza y son fáciles de creer; me encanta la dinámica entre su actitud cortante y la absoluta ineptitud emocional del protagonista. La tensión entre ambos es constante -más de una vez pensé en Lolita- y siempre se está leyendo en espera del desenlace.

La historia corre por dos hilos paralelos. El surreal es difícil de seguir (después de todo los sueños y las visiones no son lógicos, no tienen orden cronológico, formas definidas, eventos específicos). El hilo real del día a día es cotidiano, sin romanticismos ni profundos diálogos internos y Murakami tiene sin duda el mérito de demostrar la rutina de un hombre gris, ordinario, sin aburrir al lector.

Después de terminar el libro me enteré de que es la segunda parte de "Wild Sheep Chase". A mí me funcionó bien como lectura independiente. Creo que por ahora, dada mi experiencia, indagaré en las novelas y me quedaré al margen de los cuentos.

sábado, 2 de noviembre de 2013

Para cavar

Para cavar un hueco en la memoria
no bastan las manos
ni la sangre
ni la savia;
para dejar un hueco limpio,
sin llenarse de tierra, sin sudar bajo el sol
y sentir los labios resquebrajarse con la sal
es necesaria una dosis de locura,
vidrios rotos,
aguas bajo el puente.

Para no tener pico, pala ni uñas
se necesita lo invisible,
se necesitan herramientas
de aire nocturno,
pesadillas ignoradas,
cenas de exabrupto,
ajenidad, descontexto
y otros calificativos.

Para cavar un hueco en la memoria
haría falta más de una línea;
más de un desencuentro,
faltaría,
certera,
la inminencia del alba.

miércoles, 30 de octubre de 2013

Amelia, por Dios

-Amelia, por Dios, manda a botar eso, ¡qué cosa tan desagradable!

"Eso" era un pequeño pájaro muerto en el suelo; "botarlo" quería decir echarlo al monte, fuera de la cerca, lejos de los perros.

La niña estaba acostumbrada a la voz de mandato del padre, donde no había pero posible. Midió los pasos a dar. Adentro de la cerca estaban la casa y el cobertizo, los sirvientes, los obreros, el jardín de la madre, los vestidos blancos, los buenos modales: un universo perfecto, seguro, inalcanzable para la muerte y los dedos sucios de la infancia.

Más allá estaba el misterio del monte solo, los animales y los hombres sin dueño; el peligro de la libertad impensable para una niña de su lustre; el reto de burlar la autoridad del padre y el propio miedo a la noche. Tendría que apurarse si quería volver antes de la puesta de sol.

Amelia caminó con lo que quedaba del pájaro en sus pequeñas manos. Así, inmóvil al atardecer, parecía extraordinariamente frágil con las patas encogidas, agarradas del aire. El milagro de sus alas se había traducido en un amasijo de forma extraña, aglutinada con sangre. Era blando y muy leve y muy triste, el cuerpo sin su vuelo.

A la niña no le tomó mucho tiempo encontrar un recodo del camino. Cavó un hueco no muy hondo con las manos y allí puso al pájaro. Le pareció curiosa su expresión con el pico abierto, como si quisiera contarle los secretos de su nido, su cielo, sus orugas. Amelia lo cubrió con tierra y piedras, temerosa de mirarlo a los ojos, y corrió, huyendo de su fantasma.

La cena pasó sin novedades, sin regaños por las manos y la ropa sucias, pero a la hora de dormir Amelia lloró en los brazos de la madre. Hubo abrazos, cuentos de hadas, besos en la frente, palabras de consuelo, "ha sido un gesto noble", luces apagadas a su hora.

Amelia, sin embargo, deliraba y no podía dormirse. Contemplaba la silueta de la ventana, con ganas de mirar más allá de la cerca, sin atreverse a desafiar la oscuridad. Sólo entonces sonrió. Había sido un gesto noble y a nadie se le había ocurrido preguntarle cómo había matado al pájaro, por qué.

*

Este ha sido mi ejercicio de este mes para el blog Adictos a la Escritura. El tema, horror.

domingo, 27 de octubre de 2013

jueves, 24 de octubre de 2013

He, sí,

sucumbido al canto de la sirena.

Y este viernes me pondré algún vestido, tal vez nuevo, tal vez azul. El collar rojo está casi fuera de duda.

La celebración ajena está en movimiento: un pequeño Caballo de Troya, arrastrado por una docena de manos que prepara cerdos asados bajo tierra, barriles de cerveza, tortas de queso bañadas de cereza, otros manjares.

Me reiré con las palabras cuando las entienda.

Y cumpliré con el ritual de contar las lunas, de saber la hora exacta de las mareas. Habrá niños en un mundo que es este y es otro también; habrá un desfile interminable de peces y habrá vientres tibios, concebidos con permiso de la historia.

Habrá una perra enorme que se quedará dormida después de devorar las sobras.

miércoles, 23 de octubre de 2013

Reconocimiento

M.C. del blog And I'm calling your name, I don't know my own me ha dejado acá un premio bloguero, con la idea de dar a conocer a los que visitamos. Esto es lo que hay que hacer:
-Nombrar y agradecer el reconocimiento de las personas que te hayan nominado.
-Hacerte seguidor del blog que te ha concedido el premio.
-Responder las 11 preguntas que hizo la persona que te nominó.
-Conceder el premio a 11 blogs que se merecen ser conocidos (todos con menos de 100 seguidores).
-Crear 11 nuevas preguntas para tus nominados.
-Informar del premio a cada propietario del blog que hayas nominado. 

Estas son mis 11 respuestas:

1. Cuando terminas de leer ¿pasas inmediatamente a otro libro o dejas que se asiente el que terminaste?
Normalmente dejo un par de días entre un libro y otro; me gusta que se queden un rato en mi cabeza. Si no hago esto, los olvido.

2. ¿Qué prefieres: libro en papel, libro virtual, blogs, todos?
A medida que me voy mudando reconozco mejor el valor de los e-books, pero los libros de papel tienen un encanto al que mi romanticismo no puede renunciar.

3. ¿Eres de buscar autores desconocidos?
Tiendo mucho más a leer clásicos; me aventuro con escritores contemporáneos sólo cuando encuentro buenas y bastantes reseñas. Si el autor me gusta con el primer libro, entonces voy por los otros.

4. ¿Leer o escribir?
Para mí los dos van de la mano.

5. ¿Algún personaje o libro que te haya marcado o no puedas olvidar?
Ifigenia, de Teresa de la Parra. Lo leí a los doce años y desde entonces escribo. Pasa el tiempo y todavía de vez en cuando lo visito. La prosa es una delicia y la temática del libro, otra.

6. ¿Te gusta comentar con otra persona sobre tus lecturas?
Me encanta, pero mis amistades se han ido desperdigando. Por eso blogueo.

7. ¿Lees en voz alta?
Sólo para mi hija.
8. ¿Te gusta compartir el momento y el lugar con otro mientras lees / escribes o prefieres hacerlo en privado?
Para leer no me importa; para escribir necesito soledad.

9. Tu lugar favorito para leer / escribir.
Mi cama.

10. Tu momento del día para leer / escribir.
De noche.

11. ¿Tu escritor/a o personaje favorito?
Teresa de la Parra, Fyodor Dostoievsky, Julio Cortázar, Jane Austen, Gabriel García Márquez, José Saramago... De momento tengo un romance con Virginia Woolf: estoy fascinada con la belleza y la inteligencia de su prosa, tanto en narrativa como en ensayo.

Como las preguntas me han gustado, las paso. Estos son algunos de mis blogs favoritos y por eso los nombro; no son once y algunos tienen más de cien seguidores pero es que las matemáticas no me dan. Los que quieran pueden saltar al asunto y los que no, se les lee y se les sigue igual :)

Saludos M.C., gracias por el premio!

lunes, 21 de octubre de 2013

Caín, José Saramago

José Saramago es uno de mis escritores favoritos por su sentido del humor y por sus críticas a la sociedad y la religión. Su estilo narrativo es muy dinámico y le da al lector libertad de leer los diálogos con tono propio, al escribirlos sólo separados con comas, y sin mayor explicación sobre los gestos o el ánimo de los que hablan (algo que otros autores han tratado de lograr con menor éxito).

Caín se me hizo una lectura muy natural después de El Evangelio según Jesucristo, que leí hace un buen tiempo. Lo del personaje de Caín viajando en el tiempo se me hizo un poco traído de los pelos como argumento, pero no se me ocurriría otro modo de justificar colocarlo en los diferentes episodios bíblicos que le permiten observar y sacar sus propias conclusiones. Los diálogos con Dios son realmente divertidos y un poco atrevidos; me reí con una malicia que me hizo sentir los cuernitos saliendo de la cabeza y recordé por qué es que ando peleada con la religión (el problema de la fe, me parece, es que es inherente a la condición humana y en tanto es irrenunciable, pero ése es otro post).

Cada libro que he leído de Saramago ha sido un disfrute: El Evangelio.., Todos los Nombres, los dos ensayos y ahora Caín. Los recomiendo todos y seguiré explorando. De momento estoy curiosa por su poesía.

Tuve la inmensa suerte de asistir a una conferencia que dictó en Venezuela hace unos años. Bajo la magia de su palabra ideas con las que no comulgo del todo parecieron cobrar sentido entonces. Éste era el calibre de su inteligencia.

En una nota más trivial, tuve también la suerte de que me firmara "Tods los Nombres", uno de los libros que tengo en la esquina de la biblioteca bajo la etiqueta "salvar en caso de incendio" :)

jueves, 17 de octubre de 2013

borrador

la fina línea que me separa
hecha de agua
se llama nombre
y ciertamente es silencio
mi reclamo sobre este filo
en el que otros caminan

la vaguedad dormida en la tierra
cuando abre vientre y venas
a la oración del exiliado
se llama también silencio
es el acertijo
mi memoria en otros

este exacto momento
su límite con mi cuerpo
hacen el aire de mí misma
impronunciable
y los gestos debajo de la mesa
son de otros el silencio
que me define

es dura la tarea
mantener el nervio de la mirada
en equilibrio con las piedras
mantener el calor del pecho
frente al fuego de otros
que como el mío
no acaba de arder

viernes, 11 de octubre de 2013

La Campana de Cristal, Sylvia Plath

 A raíz de leer el blog de Silvia Parque, comencé a indagar en la obra de Sylvia Plath. He leído suficientes poemas en la red como para decidir comprar una recopilación (que aún no llega en el correo). Mientras tanto, me terminé The Bell Jar (La Campana de Cristal). No es una lectura fácil. Esto no es "Girl, Interrupted", con frágiles y bellas Angelina Jolies o Wynona Riders haciendo de la locura un asunto atractivo para adolescente melodramáticas.

Hay una división bastante clara entre la primera mitad del libro (antes del asilo) y la segunda mitad (en el asilo). La primera parte es rica en contrastes: la intensa actividad social y los beneficios banales que trae el trabajo de Esther en una revista femenina sirven de telón de fondo para ilustrar su tremenda apatía, el comportamiento autodestructivo y la fragilidad de nervios que eventualmente la arrastrarán al vendaval. En esta primera parte se puede ver mucho de Plath la poetisa: la narración está salpicada de hermosas imágenes aquí y allá. También hay mucho de Plath la feminista; sin embargo el buen humor con que aborda el tema la separa del tono de queja en otras feministas y hace la lectura amena.

Entonces uno llega a la cuestión del asilo. Aquí el ambiente se hace terriblemente opresivo y uno tiene la impresión de estar leyendo un libro completamente distinto. Probablemente la razón por la que uno continúa es, otra vez, la cantidad de imágenes que Sylvia va dejando:

"I took a deep breath and listened to the old brag of my heart. I am. I am. I am."

Mis circunstancias personales me hacen sentir mucha simpatía por la madre de Plath porque, siendo un libro autobiográfico, no sale muy bien parada la pobre. Se entiende la insistencia de Sylvia de no querer hacer el libro público en Estados Unidos y se entienden las cartas de respuesta que publicaría la madre más tarde.

No lo recomendaría para los que están pasando por una crisis personal o para adolescentes impresionables. Para los que tengan el ánimo, es un libro de narrativa simple y directa, mezclada con algo de ironía y salpicada con líneas dignas de citas. Imprescindible para los que disfrutan del trabajo poético de Sylvia Plath.

lunes, 7 de octubre de 2013

Es una estación

triste en la isla. La lluvia insiste, el viento insiste. Desde la ventana no hay azul; sólo palmeras despeinadas, cansadas del trajín de la noche. Hay que cerrar puertas y ventanas, no dejar volar papeles, flores, pensamientos.

La casa está oscura. Las esquinas llenas de polvo cobran vida, hablan, exigen. Hay que hacer, mantener el ocio a raya: a leer y escribir, a coser y pintar, a abrir cajones olvidados: aquí salen cintas y encajes; allá fotos con algo de moho, hay que renovar sonrisas, devolverle el brillo a las luces, encontrar detalles antes desapercibidos.

En la cocina se pone café y se aprovecha para recoger esto y aquello, arreglar aquello y lo otro, desempolvarlo todo. Uno esturnuda y piensa en un pañuelo blanco, una casa colonial, niñas frágiles y adoradas que morían de fiebre en otros tiempos. Se enciende el horno y se espera.

El viento se cuela por las rendijas y trae desasosiego, palpitaciones, urgencia no se sabe de qué. Pienso en mamá y sus cuentos de infancia: los pies descalzos, el escándalo de la lluvia en el techo de zinc, el baúl abierto con sus sedas, el misterio de las esmeraldas desaparecidas poco antes que la abuela. Pienso en la tía Graciela —sin dejar de hacer— y me pregunto qué será de aquella foto: un niño sentado en la pierna derecha, el otro de pie, abrazado a la pierna izquierda, cestas de mimbre en el piso.

Lo mismo que la nostalgia, mis manos han ido incesantes, libres, casi sin notarlas y ahora el olor del pan horneado cubre la casa y me llama de regreso a la calma: es un bálsamo, una cobija, un beso en la frente que me hace sentir profundamente atada a la vida.

viernes, 4 de octubre de 2013

Fiesta en el Jardín, Katherine Mansfield

 ¡Qué delicia de lectura!

Compré este libro en una tienda de segunda mano, a la carrera (unos minutos antes de regresar al trabajo, dos semanas antes de mudarme de país), sin conocer a la autora, y lo eché en una de las cajas, "para leer en algún momento". Ahí se quedó. Meses después lo encontré citado no una, sino docenas de veces por Simone de Beauvoir en una de mis mejores lecturas del año. Por supuesto, al terminar El Segundo Sexo, leí a Mansfield.

Fiesta en el Jardín es un conjunto de cuentos que tiene una temática central: la familia. La mayoría de los relatos están escritos desde el punto de vista femenino, y las voces pertenecen a mujeres de distinta edad y clase social, cuyo punto en común parece ser la tragedia de existir tan sólo en relación al hombre. Son hijas, prometidas, esposas, viudas, solteronas; jamás parecen ser simplemente una mujer determinada, con derecho propio. Desde el punto de vista histórico, el texto tiene el mérito de dejar constancia de la sitiuación femenina entonces y se entiende el por qué de las citas.

Como ficción, el libro es un verdadero disfrute. Le daría una segunda, tercera lectura. Lo guardaría para dar a mi hija cuando tenga edad (¡y cómo espero ese momento!) Mansfield tiene una mezcla particular de pasajes líricos con situaciones pintadas a grandes rasgos, experimentando con el uso del lenguaje y la puntuación, algo que no he visto en otros escritores de la época. Sus tragedias resultan conmovedoras, dado el tono casual, cotidiano con que las cuenta: es como si los personajes no tuvieran la menor idea de la inercia social y mental en la que viven. Mansfield tiene a menudo un sentido del humor cruel (y se agradece, porque la sátira ayuda a atenuar el peso de leer la miseria moral de estas mujeres) y la ironía y la protesta están presentes en aquello que no está dicho. Es una pena que no alcanzó a escribir más.

miércoles, 2 de octubre de 2013

No 124

la grieta
mira desde lejos, casi en silencio

como un gato que aplastara su sombra contra la esquina
como esa calle de la que alguien ha olvidado el nombre

es insistente
cae
trepa
se queja de vez en cuando

yo me quedo bajo techo
enciendo voces
apago nostalgias

luego vienen las páginas de los otros
la mía en blanco

aves que gritan la muerte de la noche

este misterio

el amante que transpira

el desierto escondido

viernes, 27 de septiembre de 2013

Hallazgos: Lo que el agua me dio


Lo que el agua me da no se termina. Hoy son botellas que naufragaron en esta orilla en tiempo de guerra y ahora forman parte de la exhibición del museo local.  

Para el reto semanal de fotografía de Luzia Pimpinella, "La belleza está donde la encuentres". El tema de esta semana: Hallazgos.

martes, 24 de septiembre de 2013

Lo dijo Calvino

"... no se leen los clásicos por deber o por respeto, sino sólo por amor. Salvo en la escuela: la escuela debe hacerte conocer bien o mal cierto número de clásicos entre los cuales (o con referencia a los cuales) podrás reconocer después tus clásicos. La escuela está obligada a darte instrumentos para efectuar una elección; pero las elecciones que cuentan son las que ocurren fuera o después de cualquier escuela... "

sábado, 21 de septiembre de 2013

El cuerpo

delgado de la mujer dejó una discreta estela de perfume al ponerse de rodillas. Evangelina la miró con el rabo del ojo, su boca aún presa del murmullo de las letanías. Madre de Cristo, Ruega por Nosotros, Madre de la Iglesia, Ruega por Nosotros.

Tenía una belleza exquisita; podría haber pasado por la Virgen de no ser por la alianza y los diamantes incrustados. Salvo el anillo, la mujer no llevaba joyas. Se adornaba con la pulcritud de su piel tersa, su peinado severo, sus uñas cortas y pulidas. El rosario de cuentas de cristal permanecía recogido entre los dedos más bien largos. 

Esta no es de aquí, se dijo Evangelina, satisfecha de su capacidad de observación. Buscaba con la mirada la aprobación de las otras beatas, inmutables en sus deberes religiosos y se preguntaba si la desconocida era una viuda (se le veía joven para eso), si iba a rezar (si sabría cómo), si sabía que era jueves (día de los misterios gozosos), si sabía que los ricos no caben en el reino de los cielos. Qué mujer más blanca.

Avemaría purísima, he pecado, perdóname Señor, añadió Evangelina entre el Madre admirable y el Ruega por Nosotros, recordando que estaba aquí para pagar promesa y no para juzgar al prójimo.

Pero, ¿no era una finura como rodaban las lágrimas una tras otra sin que se desfigurara el rostro de tristeza? ¿No era una finura el pañuelo de lino apagando cualquier sollozo atrevido a escaparse de aquel cuello de cisne? ¿No eran elegantes la quietud de sus hombros, los ojos obstinadamente bajos? ¿Y el vestido cortado por un buen sastre, y los zapatos sin más adorno que el cordero sacrificado para hacerlos?

Las letanías se terminaron, Evangelina se persignó y se fue al altar a encender el cirio.

Para entonces la mujer ya no estaba. Había salido ligero, sin que se le escucharan los pasos, dejando el llanto por toda oración, sin terminar su rosario, sin una palabra, sin una respuesta; se había ido con su procesión por dentro, con su perfume de jazmines y rosas y su aire de no ser de este mundo. Evangelina se compadeció y se hizo la señal de la cruz. Habría hecho una ofrenda por la desconocida. Pero sólo tenía una moneda.

martes, 17 de septiembre de 2013

Aullido y Otros Poemas, Allen Ginsberg

 Me resulta sumamente difícil ponerle una etiqueta a este libro, calificarlo, decir: me gusta, no me gusta, blanco, negro.

Aullido en particular me ha dejado una huella profunda. En parte provocó una inmensa crisis de creatividad que me dejó el tintero seco durante semanas. En parte entré en crisis moral. ¿Cómo se puede escribir poesía después de leer a Ginsberg? ¿Cómo se puede ir al supermercado, al café, a la playa, a la cama, después de leer a Ginsberg? ¿Cómo cenar, ver TV, pasar el fin de semana al aire libre? He considerarlo releerlo, pero me asusta la idea: me despierta un dragón que está bien así, dormido mientras se pueda.

Los demás poemas del libro, a pesar de tener un aura realista y brutal, tienen una intensidad y una belleza que ameritan visitas frecuentes, un espacio en la memoria, citas. Lo encuentro muy superior a Bukowski en cuanto a la riqueza de imágenes. Tengo sus girasoles en la memoria como si fueran los de Van Gogh.

Habría que leer de nuevo con traje de cirujano y hacer la vivisección. Pero, ¿se puede?

No... de Ginsberg no puedo decir más que esto.

Buena suerte a los que se atrevan.

lunes, 5 de agosto de 2013

Paréntesis

Escribí una vez:

pasan los nombres
las ciudadelas el tiempo
eso que llamamos vida
vida con sueños
               adioses
               gente
               y amén

pero se me olvidó decir que las listas de cosas que hacer y las cosas que no están incluidas en la lista también pasan: que mi perra no estaba gorda y terminé de partera en la madrugada; que mi hija antes de ir a la escuela no sabía jota y había que enseñarla: jugar, juntar, jabón (hello, dijo ella) y no, hello es con eich y las cosas se complicaron un poco aquí. Y también allá y más allá.

Hay que seguir escribiendo, hay que seguir existiendo. Siempre que internet lo permita (que no es siempre) estaré de vuelta. Gracias a los que continúan con el blog, les visito pronto!

miércoles, 24 de abril de 2013

El lenguaje de la madrugada

está hecho de cierta humedad callada que baila con cada poro de la piel. Recorre la sangre hasta llegar a ese espacio del alma donde reposan suavemente las nostalgias. Es un lenguaje cadencioso, lleno de un olor indefinido, de grises espléndidamente aireados, de un cielo que nos devora cuando bosteza: lenguaje inarticulado donde nada habla sino que resuena disuelto en el aire, en la vaga luz que se asoma desde el alba.

sábado, 20 de abril de 2013

Tortilla Flat, John Steinbeck

Este libro es una de las tragicomedias más brillantes que he leído en un largo tiempo. Me ha encantado, me he reído a solas, me he conmovido. La historia comienza cuando Danny, un indigente, se encuentra en la extraña situación de heredar dos casas. En el momento de recibir la noticia, se encuentra con su amigo, el ingenioso Pilon. Poco a poco se va añadiendo cada uno de los amigos que compone el grupo, cada uno con su historia y sus peculiaridades. Hacia el final se suman a la historia todos los habitantes del pueblo de Tortilla Flat.

Cada capítulo podría leerse como un cuento con derecho propio. El conjunnto pinta el cuadro del código moral no escrito por el que viven los personajes principales (es un código realmente curioso, en el que la buena intención, los asuntos prácticos, el beneficio personal, la protesta contra el sistema social y el apetito por el vino se superponen de una manera fantástica). Hay elementos de mezquindad, superstición y malicia presente en cada uno de los personajes del relato, haciéndolos verdaderamente humanos y creíbles. La amistad de este grupo de hombres, descabellada como es, se vuelve entrañable y de vez en cuando provocaría abrazarlos a todos.

Los diálogos son muy naturales y la prosa se entrega a algunos pasajes descriptivos ausentes en La Perla, dándole a este libro un tono completamente distinto. John Steinbeck me sigue llamando a conocerlo más a medida que lo leo. No he terminado (es más, apenas comienzo) con su exploración. 

Creo que el próximo libro será Las uvas de la ira.

miércoles, 17 de abril de 2013

El libro Imposible, Carl Jung

Me refiero a Arquetipos e Inconsciente Colectivo. No soy psicólogo, no estudio el tema, no sé por qué elegí este libro, no sé lo que estaba buscando al escogerlo. Esto es lo que he encontrado:

Me hace falta leer mucho.

Para realmente comprender a Jung hay que tener por lo menos un conocimiento elemental de historia (hasta ahí vamos bien), psicología, filosofía, física, alquimia y religiones del mundo. Hay que entender un poco de griego, latín, francés y alemán para asegurarse de poder leer las citas. Hay que tener idea del trabajo de Freud (obvio), Kant, Nietzsche, Hegel, Shopenhauer, Schelling y hasta Goethe. Suerte que Platón es cultura general.

Sin embargo he disfrutado leer sobre:

-La pobreza de símbolos en la sociedad occidental y el consecuente fenómeno del fanatismo, sea religioso, político, social, etc.

-La naturaleza universal de los arquetipos y sin embargo sus infinitas manifestaciones en distintas civilizaciones a lo largo de la historia.

-La naturaleza de la relación entre instinto y voluntad.

-La idea de que la materia y el espíritu están interrelacionadas (la materia en alguna medida contiene al espíritu y viceversa), en lugar de ser polos opuestos.

-La teoría de que la psique es "un perturbador del cosmos": todo comienza con una idea, ¿no?

Como libro de psicología, no tengo nada que buscar ni sacar del texto, pero como tratado sobre los seres humanos, valió la pena vencer la tentación de poner el libro a un lado, sobre todo cuando el propio Jung confesó en la página doscientos que en su búsqueda científica se había enredado en una compleja red de filosfía, teología, etcétera.

Ahora bien. El punto es: todavía me hace falta leer mucho.

domingo, 7 de abril de 2013

En París la muerte

huele distinto y pierde todo su sentido. Esas tumbas pomposas, llenas de musgo, a veces abiertas, no imprimen en nosotros el horror que produce, por ejemplo, el Cementerio General del Sur bajo la sequía que nos persigue: tumbas llenas de tierra seca y cadáveres de flores, sin letras, sin fechas; nichos donde los muertos se prostituyen y se acuestan unos con otros sin preguntarse el nombre; más arriba las tumbas van con cruces de hierro colado o madera pintada de blanco, que con el tiempo se van pudriendo como los muertos allá abajo. Tal vez, después de todo, tuve la suerte de visitar París en invierno, cuando todo estaba frío y gris, en sintonía con el silencio, con el reposo, y no en verano, cosa más dispar, porque nadie espera la muerte en un día soleado.

domingo, 24 de marzo de 2013

El huerto de mi Amada, Alfredo Bryce Echenique

Hace un poco más de una década leí o intenté leer La vida exagerada de Martín Romaña o El hombre que hablaba de Octavia de Cádiz, no lo recuerdo. Lo que recuerdo es que el estilo de Bryce Echenique me sacó de quicio y no hubo novio en el mundo que me hiciera agarrarle el gusto.

Ahora bien. Uno se encuentra en una isla desierta (no de gente; de librerías) y viene a toparse con un trabajo del mencionado autor. En español. Lo más natural es, pues, tomarlo como un tesoro y hasta llevarse la grata sorpresa de disfrutarlo.

Lo empecé con mucho remilgo, debo confesar. El tono Chespiritiano de hablar para adelante y para atrás, mezclando voces de distintos personajes con diálogos, pensamientos y referencias al texto —todo separado tan sólo por comas en el mismo párrafo— todavía me marea un poco. Sin embargo esta historia es simple, se va colando lentamente y uno hasta le va tomando cariño a los personajes. Uno se ríe a ratos y quiere llegar al final del libro a ver quién triunfa: si los enamorados Natalia y Carlitos con su amor imposible o la sociedad puritana que los rodea.

Haber adivinado el final a medio libro no me causó la menor molestia. Bryce Echenique en un pasaje particular sobre los objetos y la presencia de la muerte quedó redimido ante mis ojos. De hecho creo que debería darle una visita a mi lectura de hace diez años. Me parece que si uno se hace un poco la vista gorda con el estilo de su prosa, verdaderamente valdría la pena disfrutar de pasarse unos días leyendo entre risitas.

lunes, 18 de marzo de 2013

Babel

Al día siguiente todavía estoy aquí, medio viva, medio no sé qué, con la cabeza llena de horas y poemas muertos, frente al mar, con las luces de mi casa prendidas, y más que todo eso, sola.

Anoche o esta madrugada me desperté a escribir un par de poemas. El primero, el que me hizo levantar, era bastante mediocre, me figuro que hijo de la modorra mental en la que me he sumergido hace meses. El segundo, cuando estaba más cerca de los ojos abiertos que del delirio necio del sueño, me parece que ha valido la pena. Necesito del rayo invisible... etc.

Hace casi una semana que hemos vuelto, y es como si me hubiera quedado perdida —o, quién sabe, tal vez a buen resguardo— en alguna parte del camino. La casa lo mismo, tan linda, tan mimada y sin embargo, tan ajena, tan no-mía ni de ninguno de los dos.

A. & A. parecen muy simpáticos, pero en realidad no sería honesto sentarme a escribir loas o recuentos de un par de noches en que me pareció más bien que se quedaron un poco largamente...

Ahora estoy leyendo S. Muy divertida la sátira, la burla de los políticos, en contraste con el sabor más bien amargo del final: la realidad pura de este mundillo de gente estúpida. Es divino como la gente son siempre los demás; jamás uno mismo.

En fin, nada. En Venezuela apenas fui al cine y alguna otra cosa. Ah sí, fui a un ballet con M.C., una cosa más bien regular, bastante olvidable, nada...

¿Y ahora qué hago yo con esta noche? Agotarme, sí, pero con qué. Mi único apetito es elemental ahora: un cigarrillo, y eso creo que por el gesto... Siento, en esta penumbra del porche, cierto horror a las cosas lindas de la casa que, como ella, no son mías, no me hablan ni a nada me remiten... ¿era lo mismo en Caracas? Me siento, en todo caso, no sé cómo me siento.

He pensado en T. y me pregunto con cierta ironía qué tal si. Supongo que estas palabras me la recuerdan. Y me pregunto en qué andaré yo, así, a futuro. Pienso que mañana trabajaré un poco en silencio... claro que antes tiene que venir esta noche, inmensa de mar, de cielo, de horas, de silencio también: pero no es silencio que llega a mí, es silencio que de mí sale. En fin, habría que hacer algo con esta noche primero, escribir aquí o a alguien o qué sé yo. Sí; digo que escribiría, siempre deseando el cigarrillo, y a lo mejor más pronto o más tarde tendría que cenar alguna cosa fácil y tal vez perniciosa porque no tengo ganas de sentarme sola a la mesa, así, con todas las de la ley. Supongo que luego dormiría, y dormiría bien. Entonces sí, vendrá la mañana, café en silencio, sí, estoy bien, y luego el trabajo, las horas... el suave regreso a la felicidad de mi casa frente al mar...

miércoles, 13 de marzo de 2013

Queer, William Burroughs

Escogí leer a Burroughs por pertenecer a la generación Beatnik y porque Bukowski, siendo un escritor que me gusta, le menciona a menudo.

Queer ("Marica") es la historia de Lee, un homosexual y dorgadicto en recuperación (o decadencia, según se mire) en Ciudad de Méjico durante los años cincuenta. Este trabajo no fue publicado sino a mediados de los ochenta debido a su abierto contenido homosexual y hoy día se le considera un trabajo autobiográfico.

La narración es directa, limpia, seca, más bien coloquial. En este sentido Burroughs realmente le da una credibilidad a la voz de sus personajes y logra situar al lector en el vacío de demasiadas noches en el bar y las consiguientes resacas, extendidas hasta bien entrada la tarde. Al prinicpio me aburrió un poco el tono seco de la narración, pero luego comprendí que es precisamente esta indiferencia por el entorno lo que define a Lee.

También me tomó unas cuantas páginas interesarme en la introducción de los personajes; el universo de Lee se reduce a comparar sistemáticamente la vida sexual de cada sujeto, convirtiéndolo de inmediato en objeto. Todo esto tiene sin embargo su razón de ser. Es la obsesión por Allerton el leit motiv de Lee. Sin adornos, Burroughs consigue sumergir al lector en la soledad y el sinsentido desgarradores que experimenta Lee cuando sus avances son abiertamente rechazados.

Luego de leer este libro me enteré de que es en realidad la segunda parte de Junkie. En algún momento planeo ponerme al día.

domingo, 10 de marzo de 2013

el fuego del mar no renuncia;

está en el exilio del ruido
(esta mujer de la que contemplo
su niñez en el constante olvido,
las palabras caídas,
historias de escuela);

vive en esta desnudez de tiempo
(el cielo a veces llueve su desconcierto,
maná de los otros aquí abajo
asomados a la puerta);

uno e indivisible

camina las leguas entre un alma y la otra
las devora y devuelve

arde en el viajero y su destino
en todas las heridas de cada hombre

en verdad os digo

el fuego del mar no renuncia.

viernes, 8 de marzo de 2013

El Segundo Sexo, Simone de Beauvoir

 "La mujer no nace, se hace." Es difícil tener una impresión concreta, objetiva, limitada a una página, sobre un ensayo tan largo y un tema tan complejo y personal. He subrayado medio libro: en algunos capítulos he estado muy de acuerdo, en otros he protestado en voz alta. Comentar cada caso sería un largo desnudo moral que me tienta y me amenaza al mismo tiempo. Es un libro vivo; habría que leerlo en la juventud, en la madurez, en la vejez, y en cada etapa la impresión y los descubrimientos serían distintos. Es un libro que pienso dejar en mi biblioteca para referencia al construir un personaje en conflicto interno, pongámoslo así.

El Primer Libro, dividido en Destino, Historia y Mitos es un estudio de las causas de la posición inferior de la mujer en la sociedad y es un texto aún más o menos válido hoy, comparado con 1949 cuando se escribió. Me pareció muy notable que a lo largo de la historia, en cada civilización, las mujeres que han disfrutado de cierta independencia o prestigio en el mundo masculino, han carecido de marido, hijos o ambos, o debido a su posición enconómica o social han logrado escaparse del rol tradicional: hetairas, reinas, cortesanas, artistas, viudas.

El Segundo Libro viaja por todas las etapas que atraviesa la mujer durante su vida, desde la infancia, pasando por la iniciación sexual y la maternidad, hasta la vejez. Se dedica también a analizar situaciones específicas, como la homosexualidad y la prostitución, y termina con un capítulo increíblemente optimista —sobre todo tomando en cuenta que en su discurso la mujer invariablemente lleva las de perder— sobre la independencia femenina. En este apartado hace un análisis muy, muy  interesante sobre la mujer artista, particularmente en cuanto a literatura (en mi opinión existe una marcada diferencia entre literatura masculina y femenina y Beauvoir ha explicado muy bien el fenómeno, siguiendo más o menos el discurso ya planteado por Woolf en "Un cuarto propio"). Aquí un extracto:

"las mujeres nunca van más allá de las apariencias (...) a menudo han sido muy aptas al describir su vida interior, sus experiencias, su propio universo. Atentas a la sustancia oculta de las cosas, fascinadas por la peculiaridad de sus propias sensaciones, presentan su experiencia, aún tibia, a través de ricos objetivos y metáforas. El vocabulario es a menudo más rico que la sintaxis, porque están más interesadas en las cosas que en la relación entre las cosas; no buscan una elegancia abstracta, pero en compensación sus palabras le hablan directamente a los sentidos."

Luego de estudiar todo tipo de obstáculos que se presentan en la vida de una mujer promedio (es sorprendente de cuántas cosas una no está consciente; ese es el formato en el que viene la vida, y ya), El Segundo Sexo concluye con la siguiente premisa:

"Ciertamente no debemos creer que el cambio en la situación de la mujer en cuanto a lo económico es suficiente para transformarla, a pesar de que éste ha sido y sigue siendo el factor básico de su evolución. Hasta que dicho cambio no haya alcanzado todas las consecuencias morales, sociales y culturales necesarias, la nueva mujer no puede aparecer."

Con toda honestidad, para hablar de un movimiento moral, social y cultural, me parece que habría que comenzar por hablar de la realidad concreta del doble estándar, tanto en el pensamiento masculino como en el femenino.

¿No es curioso que Beauvoir atribuya a Leon Richier, un hombre, ser "el verdadero fundador del feminismo"? Escribió Los Derechos de la Mujer en 1869.

martes, 5 de marzo de 2013

sábado, 2 de marzo de 2013

Tesoros Literarios

Amo mi destierro de isla en medio de la nada, pero extraño las visitas a la librería. Después de varias semanas debatiéndome entre comprar unos pocos libros y abrir la e-caja de Pandora comprándome un Kindle, me he decidido por lo primero. No sé, la cuestión de los libros electrónicos no se me da todavía, no se le pueden doblar las esquinas de las hojas, ni subrayar, ni poner en el estante a que se vean bonitos. En fin. Me he decidido por los siguientes:

-Las olas y
-La muerte de la polilla y otros ensayos, ambos de Virginia Woolf (una de mis escritoras favoritas).

-Agua, perro, caballo, cabeza, de Gonçalo M. Tavares (comentado por Yossi de Libros, cd's, cine...)

-Poemas, de Sylvia Plath (me picó la curiosidad el nombre de esta autora en el título del blog de Silvia Parque).

-El rumor del oleaje, de Yukio Mishima (todo lo que he leído de él me ha gustado).

-The trees: Selected poems, de Eugenio Montejo (no conseguí libros en español; la edición bilingüe es mejor que nada y a Montejo se la debo hace rato).

-Caín, de José Saramago (también entre mis favoritos y con cariño).

Como mi ritmo de lectura es tan lento, pasará un año antes de que haga comentarios sobre estos títulos. Ya se verá.

viernes, 1 de marzo de 2013

Una espía en la casa del amor, Anaïs Nin


La sinopsis es simple: Sabina se debate entre su matrimonio estable con Alan, que la ama sin preguntas ni condiciones, y la búsqueda del amante perfecto, con todas las infidelidades que ello le lleva a cometer.

La idea de perseguir el placer de la carne por sí solo ha determinado que el libro sea calificado de literatura erótica, pero en mi opinión las referencias sexuales son pocas, muy veladas, llenas de metáforas y el texto va más allá del deseo y la satisfacción física. La fuerza del libro está en todo caso en el debate psicológico y moral que presenta la situación de Sabina, el abierto desafío a la sociedad puritana y reprimida de los cincuenta. Hoy día, debido al status quo, el dilema de Sabina es aún válido desde la perspectiva individual, pero ya no tiene impacto social. De ahí la sensación de trivialidad que uno se puede llevar al leer. Me parece que la literatura de Anaïs Nin causó escándalo en su momento pero de alguna manera no alcanza a trascender hasta la actualidad.

La prosa de Nin es directa y sin pretensiones. Personalmente creo que el inglés es un idioma mucho más directo que el español: se logra decir mucho con pocas palabras, y en general cuando sólo pocas palabras son traducidas al español, el lenguaje se vuelve un poco plano, carente de matices y algunos escritores tienden a perder brillo; este me parece que es el caso de Anaïs Nin (me llevé una impresión parecida con Pájaros de Fuego hace algunos años). Debo ser justa y decir que algunos pasajes son bien poéticos y no tienen nada que ver con el sexo:

"Sabina miró el parasol, inocente y frágil, hecho en un momento de paz por un artesano soñando con la paz, hecho como una flor, más ligero que la guerra y el odio. Abandonó la tienda, miró el desagüe y no pudo tirar el parasol. Lo cerró en silencio, cerrando con él tiernos jardines, la frágil estructura de un sueño: el sueño de paz y las manos inocentes de un artesano cuyas manos no habían hecho balas. En tiempos de guerra el odio confundía el valor de las cosas y el odio caía en catedrales, pinturas, música, libros raros, niños, transeúntes. (...) A las mujeres se les daba ciertas verdades para protegerlas mientras los hombres se iban a la guerra. Cuando todo estallara, un parasol de papel se abriría entre las cenizas y sería un recordatorio para el hombre, un recordatorio de paz y ternura."

Ahí les dejo eso :)

lunes, 25 de febrero de 2013

Claro de Luna

Advertencia: contenido erótico explícito 

Adela cerró la puerta en un estado de frenesí. La televisión encendida apagaba a gritos las voces de su confusión, pero todas las medias luces de su cuarto de hotel no eran suficientes para ahuyentar las sombras. ¿Qué hacer con la delicia de aquel beso nunca antes recibido?

Pensó en huir. Tendría que empacar, encontrar otro hotel a medianoche, llamar un taxi, resolver todo tipo de asuntos prácticos que no tenían cabida en su mente ahora que tocaban la puerta, ella abría y ahí estaba Clara con sus cabellos largos, sus senos pequeños, sus ojos café. 

El beso que comenzó en la puerta se prolongó hasta la cama. A tientas, Adela dio con el control remoto y apagó la televisión; aquella violencia del androide a medio morir era atroz. A las luces habría que dejarlas en paz en esta urgencia y hacer el amor sin escondites.

Adela se deleitó en descubrir el torso de Clara. Le dio un casto beso en la frente, demasiado tímida aún para entregarse al deseo de devorarle los pechos. El olor de sus cabellos fue el combustible que comenzó el camino incendiario de los labios por las sienes, las orejas, el cuello, los hombros y finalmente los senos erguidos: en ellos siguió con los dedos el trazo de las areolas, las rozó levemente con los dientes, las vistió con sus manos.

¿Por qué la desnudez de Clara, siendo un hermoso espejo de sí misma, le estaba prohibida? Emulando las caricias masculinas a las que estaba acostumbrada, Adela se adentró en el cuerpo vagamente adolescente. El olor de la piel fría, la cintura, las caderas y los muslos de Clara le dieron la impresión de un jardín recién regado. Con algo de duda rozó la entrepierna primero, la acarició después. Su propio atrevimiento le hizo estremecer. 

Clara respondió arqueando la espalda y repitiendo en Adela los mismo besos, continuando por el torso, la espalda, las nalgas, la selva leve del sexo. La lengua cálida, húmeda, era ya sabia en el oficio de navegar universos cítricos y como a un poema, los leía con cierto ritmo, ahora más lento, ahora más rápido, ahora al norte, ahora al mar, hasta dar con la rima de los versos. El cuerpo de Adela se tensó en un orgasmo alegre, un lirio, un acordeón, un pez dorado, una noche sin luna.

Aquello no terminaba aún.

*

Este ha sido mi proyecto para Adictos a la Escritura. Este mes el ejercicio consistía en construir una escena elegida entre tres opciones e incorporar tres elementos fuera de lugar.  En mi caso elegí una escena erótica y los elementos fuera de lugar eran un adroide, un acordeón y un pez dorado.

domingo, 24 de febrero de 2013

Poesía viva


Hace meses se me ocurrió la idea y finalmente esta mañana hice mi primer video.
 
El próximo tendrá mejor audio :)

viernes, 8 de febrero de 2013

Mi niña


Entre asombro y duda, mi niña viene con una polilla. A pesar de la seda de sus alas, vista así de cerca, su muerte es más bien grotesca. "Mira, mamá", me dice, "una mariposa".

Mi niña llega a la misma hora que el atardecer: su tesoro de conchitas quebradas, gastadas por las olas y sus pasos de arena, agua y sal, traen la canción del mar a mi casa.

Mi niña sin saberlo se pelea con el orden impuesto a las cosas; no entiende la etiqueta de las mentiras blancas, le aplica una matemática aleatoria al tiempo.

Cuando mi niña cierra los ojitos, entiendo el verdadero sentido de la poesía: no hay ternura comparable a la de acariciar algo que duerme.*

A veces mi niña sonríe, y a mí el universo y sus misterios me caben en los bolsillos.

Hoy, ocho de febrero.

* "no hay ternura comparable a la de acariciar algo que duerme" es un verso de Nocturno, de Oliverio Girondo. El libro es Veinte poemas para ser leídos en el transvía.

martes, 5 de febrero de 2013

La Perla, John Steinbeck

Elegí este libro porque he leído poca literatura de Estados Unidos; sólo Hemingway y Bukowski me vienen a la mente ahora. Steinbeck, habiendo ganado un premio Nóbel en 1962 me pareció un autor digno de estudio. Este escritor me ha dado una impresión muy grata y me ha dejado con ganas de más, mucho más, después de haber leído La Perla. Es una historia hermosa, universal, narrada de una manera sencilla y directa. No hay muchos adornos sobre el paisaje ni largas cavilaciones mentales: el retrato de los personajes está pintado a través de sus acciones.

La Perla relata lo que ocurre alrededor del pescador Kino, su familia y su villa frente al mar después de encontrar un día lo que todos han buscado durante años: la perla perfecta, enorme, brillante, redonda, la que siendo única representa el escape de la extrema pobreza y la posibilidad real de un futuro para Kino, su mujer  Apolonia y su hijo Coyotito.

A lo largo del texto hay referencias a la cultura de Kino que delinea una frontera clara entre el pueblo de Kino y "los otros". Sin embargo, está hecho sin romanticismo, sin clichés como "el humilde pescador" o "la noble raza". En pocas palabras, el narrador no tiene una voz condescendiente hacia la minoría étnica ni la pobreza. Esta aproximación honesta y abierta se ha ganado mi respeto.

La prosa limpia, casi mínima de La Perla le sienta excelente a la personalidad severa de Kino (y es buen descanso para mi cabeza después de leer a Virginia Woolf). El libro se termina en dos horas, es casi como leer un cuento muy largo, siempre es interesante y tiene un final más bien desgarrador. Hasta mi esposo que no es un lector ávido se quedó con la impresión y me está preguntando por otro libro de Steinbeck.

En mi biblioteca reposa, a la espera, Tortilla Flat, uno de sus trabajos más conocidos. Me muero por empezar a leerlo.