miércoles, 24 de abril de 2013

El lenguaje de la madrugada

está hecho de cierta humedad callada que baila con cada poro de la piel. Recorre la sangre hasta llegar a ese espacio del alma donde reposan suavemente las nostalgias. Es un lenguaje cadencioso, lleno de un olor indefinido, de grises espléndidamente aireados, de un cielo que nos devora cuando bosteza: lenguaje inarticulado donde nada habla sino que resuena disuelto en el aire, en la vaga luz que se asoma desde el alba.

sábado, 20 de abril de 2013

Tortilla Flat, John Steinbeck

Este libro es una de las tragicomedias más brillantes que he leído en un largo tiempo. Me ha encantado, me he reído a solas, me he conmovido. La historia comienza cuando Danny, un indigente, se encuentra en la extraña situación de heredar dos casas. En el momento de recibir la noticia, se encuentra con su amigo, el ingenioso Pilon. Poco a poco se va añadiendo cada uno de los amigos que compone el grupo, cada uno con su historia y sus peculiaridades. Hacia el final se suman a la historia todos los habitantes del pueblo de Tortilla Flat.

Cada capítulo podría leerse como un cuento con derecho propio. El conjunnto pinta el cuadro del código moral no escrito por el que viven los personajes principales (es un código realmente curioso, en el que la buena intención, los asuntos prácticos, el beneficio personal, la protesta contra el sistema social y el apetito por el vino se superponen de una manera fantástica). Hay elementos de mezquindad, superstición y malicia presente en cada uno de los personajes del relato, haciéndolos verdaderamente humanos y creíbles. La amistad de este grupo de hombres, descabellada como es, se vuelve entrañable y de vez en cuando provocaría abrazarlos a todos.

Los diálogos son muy naturales y la prosa se entrega a algunos pasajes descriptivos ausentes en La Perla, dándole a este libro un tono completamente distinto. John Steinbeck me sigue llamando a conocerlo más a medida que lo leo. No he terminado (es más, apenas comienzo) con su exploración. 

Creo que el próximo libro será Las uvas de la ira.

miércoles, 17 de abril de 2013

El libro Imposible, Carl Jung

Me refiero a Arquetipos e Inconsciente Colectivo. No soy psicólogo, no estudio el tema, no sé por qué elegí este libro, no sé lo que estaba buscando al escogerlo. Esto es lo que he encontrado:

Me hace falta leer mucho.

Para realmente comprender a Jung hay que tener por lo menos un conocimiento elemental de historia (hasta ahí vamos bien), psicología, filosofía, física, alquimia y religiones del mundo. Hay que entender un poco de griego, latín, francés y alemán para asegurarse de poder leer las citas. Hay que tener idea del trabajo de Freud (obvio), Kant, Nietzsche, Hegel, Shopenhauer, Schelling y hasta Goethe. Suerte que Platón es cultura general.

Sin embargo he disfrutado leer sobre:

-La pobreza de símbolos en la sociedad occidental y el consecuente fenómeno del fanatismo, sea religioso, político, social, etc.

-La naturaleza universal de los arquetipos y sin embargo sus infinitas manifestaciones en distintas civilizaciones a lo largo de la historia.

-La naturaleza de la relación entre instinto y voluntad.

-La idea de que la materia y el espíritu están interrelacionadas (la materia en alguna medida contiene al espíritu y viceversa), en lugar de ser polos opuestos.

-La teoría de que la psique es "un perturbador del cosmos": todo comienza con una idea, ¿no?

Como libro de psicología, no tengo nada que buscar ni sacar del texto, pero como tratado sobre los seres humanos, valió la pena vencer la tentación de poner el libro a un lado, sobre todo cuando el propio Jung confesó en la página doscientos que en su búsqueda científica se había enredado en una compleja red de filosfía, teología, etcétera.

Ahora bien. El punto es: todavía me hace falta leer mucho.

domingo, 7 de abril de 2013

En París la muerte

huele distinto y pierde todo su sentido. Esas tumbas pomposas, llenas de musgo, a veces abiertas, no imprimen en nosotros el horror que produce, por ejemplo, el Cementerio General del Sur bajo la sequía que nos persigue: tumbas llenas de tierra seca y cadáveres de flores, sin letras, sin fechas; nichos donde los muertos se prostituyen y se acuestan unos con otros sin preguntarse el nombre; más arriba las tumbas van con cruces de hierro colado o madera pintada de blanco, que con el tiempo se van pudriendo como los muertos allá abajo. Tal vez, después de todo, tuve la suerte de visitar París en invierno, cuando todo estaba frío y gris, en sintonía con el silencio, con el reposo, y no en verano, cosa más dispar, porque nadie espera la muerte en un día soleado.