jueves, 9 de junio de 2016

La muerte de Honorio, Miguel Otero Silva

Sin duda hay cierto grado de masoquismo en el acto de abrir un libro que entrega en el título la amargura de su final. La novela ocurre en la dictadura perezjimenista y abre con cinco presos políticos en una avioneta que vuela desde los calabozos de tortura de la Seguridad Nacional, con presunto destino a Guasina, infame cárcel de la que no había regreso entonces. Una ventanilla de esperanza se abre con el aterrizaje en otro lugar, la cárcel de Ciudad Bolívar.

En la oscuridad del nuevo calabozo, delirantes de cansancio tras la tortura, los reos entablan conversación. No son presentados al lector con sus nombres: son el Tenedor de libros, el Médico, el Periodista, el Capitán y el Barbero. En los diálogos se deja ver que en una cárcel política nace cierta solidaridad de la tragedia común, y es reconfortante compartir las experiencias. Sin embargo, es naturaleza masculina reservar para sí el mundo interior de la memoria y la emoción. La comparación entre lo que cada personaje realmente piensa y lo que decide revelar -incluyendo cómo se han convertido en perseguidos políticos- es lo que define sus naturalezas. En un extracto sobre el Periodista:

"-Asuntos de índole privada? ¿Quieres decir una mujer? -interrumpió inesperadamente el Barbero.

-Quiero decir una mujer, por supuesto.

(¿Pretende acaso el Barbero que yo me ponga a contar con pelos y señales mis aventuras amorosas? ¿Ignora el insensato que llevar a conocimiento de terceros los asuntos que han pasado entre uno y una mujer es indignidad sólo comparable a la de denunciar a alguien frente a la policía? [...] Mis llamadas a ese número dan origen a un idilio que no se borrará jamás de mi mente en virtud de un inolvidable detalle: que la perfumada señora me enseña a fornicar como Dios manda, o no precisamente como Dios manda sino como corresponde a un hombre civilizado. Su nombre es Fanny, pero yo la llamo Salomé al no más quitarse la ropa.)"

Estos descansos en los momentos íntimos de cada personaje, si bien algo románticos, son un paréntesis necesario porque no es fácil adentrarse en la barbarie de una cárcel. Y menos aún cuando establecida la amistad entre reos, aparece Honorio. Honorio la inesperada tabla de salvación. Nada prepara al lector para el horror de descubrir quién resulta ser este personaje.

La muerte de Honorio es un libro que refleja con mucho refinamiento la complejidad de la mezquindad humana. Y no estoy hablando de El Mal en su sentido épico, del tipo los malvados gobernantes dictatoriales vs. el pobre pueblo que ha sufrido abusos y represión; estoy hablando de gestos mínimos en gente ordinaria, que toma café por las mañanas, charla con los vecinos, se cepilla los dientes antes de dormir, en fin, nosotros mismos, la gente decente de por estos lados, los mismos que nos definiríamos esencialmente -frente a los otros, frente al espejo- como buenas personas.

6 comentarios:

  1. Me gustan las vueltas de tuerca que ofrecen algunos libros, sobre todo cuando pasa permanentemente en nuestro juicio algún personaje como cualquiera entre nosotros pero, sin embargo nos tiene reservada una sorpresa.

    La esencia humana particularmente puede llegar a decepcionarnos será díficil que nos deje de sorprender.

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    1. Jo, y mira que leído bastantes libros y pensaba que me las sabía todas. ¡Nada más lejos! Abrazos :)

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  2. reunir en un solo lugar a un grupo de presos políticos fue uno de los peores errores que cometieron las diversas tiranías de habla hispana en américa. eso al final terminaba siendo una larga convención multidisciplinaria de carácter intelectual que los terminaba fortaleciendo para luchar más eficazmente contra la dictadura una vez que lograban la libertad.

    parece un libro muy interesante.

    saludos.

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    1. Draco, nada más cierto... ¡tanta literatura lo ilustra y tanta historia lo confirma!

      Saludos!

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  3. Concuerdo con Draco. En cuanto al libro, tu reseña me inquieta más que el título del libro. La verdad es que estoy en una crisis de lectura, después de que venía leyendo a marchas forzadas deje de leer por leer, como resultado, o quizá sea coincidencia pero mi nervio poético está más flexible. Creo que se puede llegar a un punto de saturación y debilitar o enterrar una parte creativa del cerebro.
    No descarto la posible lectura de este libro para entender un poco mejor el funcionamiento burócratico en cuanto al encarcelamiento en ciertas culturas.

    Saludos Taty.

    Un tremendo gusto que también te guste Bocanada. Está lleno de sutilezas dialécticas.

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    1. Bea, cuando dices que tu nervio poético está más flexible, te refieres a que está más sensible y te afectan las lecturas? Te pregunto porque yo misma acabo de pasar por un trío de lecturas que me dejó fría y me congeló las ganas de leer o escribir (y creo que se ha notado en mi ausencia del blog). Ya tengo la entrada hecha; creo que la voy a publicar más temprano para seguirle el hilo a esta conversación, ya que se ha presentado :D En cuanto a la inspiración, ese proceso es más lento.

      En cuanto a Honorio sí, es un gesto chiquitito... pero es tremendo!

      Besos musicales!

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