sábado, 29 de abril de 2017

Ficciones, Jorge Luis Borges

Notas sueltas sin aires de erudición:

- Borges, poeta sobrio de la geometría de la física cuántica. El espacio-tiempo es visto desde sus distintas formas: circular, en espiral, en líneas de pespunte y muy especialmente en líneas paralelas.

- Cierta oda al misterio inaccesible del espacio-tiempo, en comparación con el concepto del carácter incompleto, defectuoso, de lo hecho por el hombre y su naturaleza finita: la historia, la filosofía, la religión.

- Las tramas del cuento son teóricas; el personaje no es sino la excusa para exponer la idea (con cierto tono académico, pero delicioso, de citas y tesis, sean reales o ficticias).

- El tema principal de cada historia trasciende lo individual y lo social; de ahí la invención de geografías. Cuando éste no es el caso, es interesante del guiño a Europa y el judaísmo como marco geográfico, social y cultural.

*

Mi cuento preferido es La biblioteca de Babel, por la metáfora que representa con el universo hecho biblioteca. El objeto es irrelevante (Dios, la transcendencia, la sabiduría); el punto es que el fenómeno de la fe es una necesidad humana:

"No me parece inverosímil que en algún anaquel del universo haya un libro total; ruego a los dioses ignorados que un hombre —¡uno solo, aunque sea, hace miles de años!— lo haya examinado y leído. Si el honor y la sabiduría no son para mí, que sean para otros. Que el cielo exista, aunque mi lugar sea el infierno. Que yo sea ultrajado y aniquilado, pero que en un instante, en un ser, Tu enorme Biblioteca se justifique."

También disfruté El milagro secreto y Las ruinas circulares; este último me hace evocar La noche boca arriba de Cortázar.

De El jardín de senderos que se bifurcan se entrevé un poquito de fe en el hombre:

"Me sentí, por un tiempo indeterminado, percibidor abstracto del mundo. El vago y vivo campo, la luna, los restos de la tarde, obraron en mí; asimismo el declive que eliminaba cualquier posibilidad de cansancio. La tarde era íntima, infinita. El camino bajaba y se bifurcaba, entre las ya confusas praderas. Una música aguda y como silábica se aproximaba y se alejaba en el vaivén del tiempo, empañada de hojas  y de distancia. Pensé que un hombre puede ser enemigo de otros hombres, de otros momentos de otros hombres, pero no de un país: no de luciérnagas, palabras, jardines, cursos de agua, ponientes".

La elegancia de la prosa de Borges es exquisita; me pregunto si por ello me rebelaba tanto a la idea de leerlo por allá, cuando era una muchachita lista para sacar la lengua ante cualquier cosa que me sonara a formalidad.

¿No siempre estamos listos para ciertas lecturas?

Próxima parada, El Aleph.

sábado, 8 de abril de 2017

Literatura a mi manera V: El Gran Viaje

Al marcharme, empaqué el libro que me hubiera llevado a una isla desierta (a donde iba): la Obra de Teresa de la Parra, tabla de salvación en la soledad lingüística que me esperaba en el extranjero.

Los viajes de regreso me permitieron traer cada vez unos pocos libros, los más significativos: El Pianista; las Voces Nuevas; la Antología; poemarios de Girondo; el icónico libro Mantilla.

En un emotivo gesto, una cadena de seres queridos me hizo llegar mis libros de arte: enormes, pesadísimos, imposibles de transportar en una maleta.

En la última visita de vuelta llevé sólo dos mudas de ropa, a cambio de espacio para traer —primero que nada— los diarios, así salvados de la pira funeraria. Fueron seguidos por los poemas homéricos de la carrera de letras sin terminar; textos cortazarianos leídos en tertulias y novelas venezolanas en caso de que me asalte la nostalgia. Mi esposo decía: ¡pero si puedes comprar eso en línea!

Los libros, sí. Pero el abrazo cariñoso de sus memorias, no.

Ya no he podido rescatar más nada. El resto de mi biblioteca es ahora una vaga tristeza que aguarda su destino final: los anaqueles de una solitaria biblioteca pública. Me gustaría pensar que algún día un niño abrirá uno, apenas uno de esos libros (me conformo con eso) y que eso sea suficiente para hacerlo soñar.