El cuento de la criada de Margaret Atwood añade a la usual incomodidad de leer una distopía un elemento de cercanía verdaderamente espinoso.
Hasta ahora, al leer este género desde la perspectiva consoladora de pertenecer al todo dentro del conjunto del hommo sapiens, ha sido posible para mí observar los matices de bondad y maldad, esperanza y desesperanza. Ha sido fácil y natural tomar partido, aferrarme a la idea de que la inteligencia, la compasión y el amor son más fuertes en el hombre que la ignorancia, el odio y la sed de poder. Las distopías, claro, se distinguen por lograr convencernos de que lo contrario es también posible, y de ahí la desazón al leerlas.
Lo que distingue a Atwood de otro autores de distopías es su habilidad para acercarnos peligrosamente a su personaje. Offred no existe en un futuro imaginario de siglos más allá, o en el uniiverso algo lejano, ya establecido, como en los casos de 1984 o Un mundo feliz. Tampoco está enmarcada en una geografía abstracta; Offred está en medio de terribles cambios en la civilización específica de Estados Unidos, como la conocemos aquí y ahora. Offred es (ha sido) una mujer como cualquier otra, que uno se puede topar en la calle, o peor aún, que uno se puede encontrar simplemente al mirar el espejo. En medio de estos cambios —la infertilidad ahora ocurre a niveles epidémicos, como consecuencia de la contaminación ambiental, y ha sido necesario establecer un nuevo orden social basado en severos preceptos religiosos— es la población femenina la que lleva las de perder.
Desde esta perspectiva de reconocimiento y de encontrarme definida dentro de un segmento del todo —soy una mujer, como lo es (ha sido) Offred—, ya no existe para mí la opción de tomar bandos: y así, la pérdida de esta libertad como lectora, se va uniendo a las sórdidas pérdidas de libertad de Offred y las otras criadas, a medida que se va detallando la historia de lo que es Gilead.
Mucho se le ha criticado a Atwood el final abierto. Desde el punto de vista literario pienso que en verdad el libro hubiera ganado una fuerza contundente de haber definido una sola opción posible, me atrevería a decir a la par del efecto en 1984 . Como ser humano, sin embargo, creo que es una oda a la esperanza dejar que la naturaleza de cada lector escoja su final, y esa posibilidad enriquece tanto el libro como el debate de ideas.
Siempre había querido escuchar una historia que se saliera de la comodidad de ubicarse bien precisamente antes del cataclismo inminente o bien inmediatamente después. Quería un ojo del huracán, quería imaginar el caos. En Atwood el caos puede rayar en horror, pero de vez en cuando sale a relucir la naturaleza humana, cuando se dan situaciones tan absurdas y fuera de lo familiar que los propios personajes no saben cómo reaccionar, qué sentir, y es en ese territorio tácito donde se libran las más grandes batallas del libro. En ese sentido, debo decir que mi deseo quedó más que satisfecho... así esté pagando mi satisfacción con cierta inquietud de espíritu.
Puede que tenga un temperamento sensible que se espanta fácilmente ante las distopías. Puede que mi desasosiego no sea sin fundamento, en medio de una sociedad en la que las riendas políticas y financieras aún están sostenidas en su mayoría por el género masculino, y he ahí la relevancia del libro por estos días, cuando trece hombres se encierran en un cuarto a discutir los derechos reproductivos de millones de mujeres en todo un país, o cuando las discusiones sobre los cambios en el sistema de salud incluyen la violencia sexual entre "condiciones preexistentes", que como tales no quedan cubiertas en los servicios de salud básicos.
Y eso que ni siquiera menciono el aspecto religioso, para no alargarme demasiado después de mi post anterior...
Me he enterado de que existe una serie de TV reciente (el trailer aquí), que se ve muy bien hecha, en contraste con la película de 1990. Ponerle rostro y voces a estas mujeres (ejem, más dramática música de fondo) le da a esta historia un realismo que es difícil digerir: y ese es el trailer nada más; aún no he visto la serie.
Quiero dar gracias especiales a Draco por su post "El desubicado en la White House desata que los estadounidenses se aboquen a leer ciertos books" que me impulsó a leer El cuento de la criada. Ahora comprendo por qué llegó a la lista (por cierto me sorprendió lo de "Animal Farm"; siempre he pensado que había sido una sátira al comunismo...)
Queridas lectoras, es un deber moral pasar por este libro. Queridos lectores, lo mismo para ustedes :)
Hasta ahora, al leer este género desde la perspectiva consoladora de pertenecer al todo dentro del conjunto del hommo sapiens, ha sido posible para mí observar los matices de bondad y maldad, esperanza y desesperanza. Ha sido fácil y natural tomar partido, aferrarme a la idea de que la inteligencia, la compasión y el amor son más fuertes en el hombre que la ignorancia, el odio y la sed de poder. Las distopías, claro, se distinguen por lograr convencernos de que lo contrario es también posible, y de ahí la desazón al leerlas.
Lo que distingue a Atwood de otro autores de distopías es su habilidad para acercarnos peligrosamente a su personaje. Offred no existe en un futuro imaginario de siglos más allá, o en el uniiverso algo lejano, ya establecido, como en los casos de 1984 o Un mundo feliz. Tampoco está enmarcada en una geografía abstracta; Offred está en medio de terribles cambios en la civilización específica de Estados Unidos, como la conocemos aquí y ahora. Offred es (ha sido) una mujer como cualquier otra, que uno se puede topar en la calle, o peor aún, que uno se puede encontrar simplemente al mirar el espejo. En medio de estos cambios —la infertilidad ahora ocurre a niveles epidémicos, como consecuencia de la contaminación ambiental, y ha sido necesario establecer un nuevo orden social basado en severos preceptos religiosos— es la población femenina la que lleva las de perder.
Desde esta perspectiva de reconocimiento y de encontrarme definida dentro de un segmento del todo —soy una mujer, como lo es (ha sido) Offred—, ya no existe para mí la opción de tomar bandos: y así, la pérdida de esta libertad como lectora, se va uniendo a las sórdidas pérdidas de libertad de Offred y las otras criadas, a medida que se va detallando la historia de lo que es Gilead.
Mucho se le ha criticado a Atwood el final abierto. Desde el punto de vista literario pienso que en verdad el libro hubiera ganado una fuerza contundente de haber definido una sola opción posible, me atrevería a decir a la par del efecto en 1984 . Como ser humano, sin embargo, creo que es una oda a la esperanza dejar que la naturaleza de cada lector escoja su final, y esa posibilidad enriquece tanto el libro como el debate de ideas.
Siempre había querido escuchar una historia que se saliera de la comodidad de ubicarse bien precisamente antes del cataclismo inminente o bien inmediatamente después. Quería un ojo del huracán, quería imaginar el caos. En Atwood el caos puede rayar en horror, pero de vez en cuando sale a relucir la naturaleza humana, cuando se dan situaciones tan absurdas y fuera de lo familiar que los propios personajes no saben cómo reaccionar, qué sentir, y es en ese territorio tácito donde se libran las más grandes batallas del libro. En ese sentido, debo decir que mi deseo quedó más que satisfecho... así esté pagando mi satisfacción con cierta inquietud de espíritu.
Puede que tenga un temperamento sensible que se espanta fácilmente ante las distopías. Puede que mi desasosiego no sea sin fundamento, en medio de una sociedad en la que las riendas políticas y financieras aún están sostenidas en su mayoría por el género masculino, y he ahí la relevancia del libro por estos días, cuando trece hombres se encierran en un cuarto a discutir los derechos reproductivos de millones de mujeres en todo un país, o cuando las discusiones sobre los cambios en el sistema de salud incluyen la violencia sexual entre "condiciones preexistentes", que como tales no quedan cubiertas en los servicios de salud básicos.
Y eso que ni siquiera menciono el aspecto religioso, para no alargarme demasiado después de mi post anterior...
Me he enterado de que existe una serie de TV reciente (el trailer aquí), que se ve muy bien hecha, en contraste con la película de 1990. Ponerle rostro y voces a estas mujeres (ejem, más dramática música de fondo) le da a esta historia un realismo que es difícil digerir: y ese es el trailer nada más; aún no he visto la serie.
Quiero dar gracias especiales a Draco por su post "El desubicado en la White House desata que los estadounidenses se aboquen a leer ciertos books" que me impulsó a leer El cuento de la criada. Ahora comprendo por qué llegó a la lista (por cierto me sorprendió lo de "Animal Farm"; siempre he pensado que había sido una sátira al comunismo...)
Queridas lectoras, es un deber moral pasar por este libro. Queridos lectores, lo mismo para ustedes :)